QUIEN FUE EL CURA JOSE GABRIEL BROCHERO

Crédito:

José Gabriel del Rosario Brochero nació en 1840 en las Sierras Chicas de la provincia mediterránea argentina. Murió en 1914, leproso y ciego. Su misión la desarrolló a lomo de mula. Fue incansable en el rescate de las almas de una población serrana muy pobre, aislada y olvidada, y librada al estrago del alcoholismo y la violencia.

El cura Brochero, como se lo conoce popularmente, dejó una huella imborrable en el bello paisaje de Traslasierra: con la ayuda de sus «ovejas», construyó caminos, escuelas, capillas, oficinas de correos y una Casa de Ejercicios espirituales en la Villa del Tránsito, hoy llamada Villa Cura Brochero en su honor.

El jesuita argentino Guillermo Ortiz, responsable de Programas en Lengua Española de Radio Vaticana, y de quien Jorge Bergogliofue confesor, director espiritual y amigo, tiene a su cargo las catequesis brocherianas en estos días previos a la beatificación.

A continuación, algunos extractos de sus comentarios, publicados en el sitio de Radio Vaticana:

«Para saber quién fue el cura Brochero, [hay que] subirse al cerro Champaquí que es lo más alto tras las Sierras Grandes de Córdoba, a 2800 metros de altura, y desde allí contemplar la extensión hasta los llanos de La Rioja, porque el corazón del cura Brochero, sacerdote abnegado y evangelizador incansable, recorrió todo ese territorio a lomo de mula. Brochero era un cura pobre de cosas, pero muy rico de cariño por la gente, como Jesús. Las sierras son muy lindas. Pero también muy duras para sus habitantes y, como ahora, cuando Brochero recorrió estos parajes donde se mezclan el verde y el desierto, había mucha miseria material y espiritual. Aunque no tenían caminos, el cura los hizo con su mula malacara, visitando a todos lo que vivían en su inmensa parroquia. Les enseñaba el catecismo, acompañaba a los enfermos y animaba a todos al trabajo y a la vida cristiana. Junto con los callos que le levantó la montura, también se levantaban firme las escuelas, las iglesias y las familias cristianas, en el camino del cura Brochero, como pedazos queridos de su corazón de pastor. (…)

Cura Brochero 1170

 

«Prisionero de los vicios, el alcoholismo, las peleas y las pasiones desordenadas, estaba el paisano con su familia en los tiempos de José Gabriel Brochero en Traslasierra. Estaba atado, encadenado, condenado a la miseria y a la desgracia. Como dice el Evangelio, ‘Jesús se conmovió porque estaban errantes como ovejas sin pastor’. Y como Jesús, el Cura Brochero sintió compasión. Con su sacerdocio, por la reconciliación y la comunión de Vida en el amor que Jesús ofrece, Brochero liberó a muchos paisanos y formó una comunidad que trabajaba unida por el bien de todos. (…)

«Brochero no paró hasta cumplir su sueño de tener en la misma parroquiauna casa de Ejercicios Espirituales. La inauguró en 1877 y llegó a reunir en ella tandas de 900 hombres y de 600 mujeres. En 1880 llegaron también a lomo de mula las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón para hacerse cargo de la Casa. A la muerte de Brochero habían pasado por la Casa 70.000 personas. (…)

«A lomo de mula construyeron la patria Argentina nuestros mayores, los próceresy también los santos, los beatos, los venerables, los siervos de Dios de nuestra tierra. José Gabriel Brochero fue uno de ellos (…). Volvé por un momento a 1870, cuando todavía cruzaban las sierras a lomo de mula o caballo, y trazá un camino sintiendo cómo te crecen los callos en las «posaderas» – como decía el cura Brochero. Y con ese camino, como si fuera un hilo, andá enlazando para Dios a fuerza de amistad y trabajo, tantos cristianos como personas encontrés. Imaginá que se crea una gran familia de hermanos y amigos que se ayudan a progresar en las condiciones de vida; a acercarse espiritualmente a Dios. Dibujá en este paisaje sobre la mula un cura de sombrero alón, con un corazón de amigo y sacerdote incondicional, y estarás frente a José Gabriel Brochero del Rosario, párroco en Traslasierra.»

Cura Brochero 1170

La Ceremonia de Beatificación tuvo lugar en la localidad de Traslasierra, provincia de Córdoba, el sábado 14 a las 10 de la mañana, con la presencia del enviado del Vaticano, cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

Cura Brochero 1170

Nicolás, el milagro del cura Brochero, lloró y todo el pueblo se tiñó de emoción

Sólo en la lógica de que para Dios nada es imposible, se podía entender aquella escena. Nicolás Flores, de 13 años, llevaba en sus manos la reliquia de un pedazo de cerebro de quien estaba hace más de 100 años muerto. Mientras que él caminaba sin la tercera parte de su propio cerebro, la cual perdió en un accidente de tránsito. Y allí se encontraba, subiendo las escaleras del altar donde se oficiaba la misa de beatificación que convertiría por un momento al pequeño pueblo de Villa Cura Brochero en un apéndice de la Santa Sede y en el corazón de la cristiandad. El beato padre Gabriel Brochero ya está legitimado en la devoción de las comunidades que lo han conocido a través de sus obras. Ahora solamente queda un paso -la canonización- para llegar a los altares de la Iglesia universal.

Apenas bajó del altar y se sentó, Nicolás, el niño del milagro, como lo llaman en Córdoba, rompió a llorar entre los brazos de su madre, Sandra Violino. Todo había terminado por fin.

Tenía 11 meses cuando volvía desde la capital cordobesa hacia Mina Clavero donde vivía con su familia, cuando un vehículo que venía de frente lo dejó sin signos vitales. Su padre, Osvaldo, invocó al Cura Brochero inmediatamente, y desde ese momento comenzaron a sucederse una maravilla tras otra. «Los médicos nos entregaron un niño con vida vegetativa, que había perdido masa encefálica y ósea creaneana, la mitad de su hemisferio izquierdo era inexistente. Se había salvado, pero nos habían anticipado que no caminaría ni hablaría y que sería ciego. Pero no nos quedamos con ese diagnóstico, Osvaldo y yo seguimos implorando al Cura Brochero su intercesión. Cuando de pronto milagrosamente comenzó a hablar de a poco y después a caminar. Va a una escuela niveladora de Córdoba y está haciendo sexto grado», cuenta su madre que apenas puede hablar de la emoción.

En el predio de varias hectáreas, la familia Flores está en primera fila. A su derecha está el sector de los sacerdotes y seminaristas, y a la izquierda están los familiares del Cura Brochero, e invitados especiales. Y lejos, muy lejos, los miles y miles de fieles que llegaron de todo el país a esta celebración de beatificación del primer sacerdote beato de Argentina. Hay chicos que durmieron en el predio del Cristo Blanco -como se le dice a la zona- desde la madrugada. Colchas, mate, guitarra y rosarios fueron imprescindibles para combatir el frío -por debajo de los dos grados- y el sueño.Oscar y Leandro Fernández, son dos marplatenses, padre e hijo, que llegaron a Villa Brochero para celebrar a su protector y llevar el mensaje de esta fiesta a través de la radio Iglesia Gaucha que conducen en la 101.3 del dial de la Costa Atlántica. Todavía tapadas con colchas azules, Ariana Paredes, Dana Moyano y Guadalupe Nieves, de 16 años, todas de Villa de Soto, Traslasierra, siguen remoloneando en el piso, apretadas unas contra las otras como tres cachorritas para protegerse del frío. «Nunca nos imaginamos ver tanta gente en este lugar, es maravilloso. Aquí todos los jóvenes somos devotos del Cura Brochero, es el que nos inculcan en la casa, especialmente los abuelos», cuenta con decisión Ariana.

No sólo hay laicos contentos, los sacerdotes y monjas tienen la sonrisa instalada en el rostro en forma permanente. Gonzalo Vadell, Benjamín Tonetti,Leandro Guillén y Emiliano Arrieta, todos del Seminario Mayor de Tucumán, ven en el Cura Brochero un ejemplo a seguir; un «cura con olor a oveja», dicen. El padre Gregorio Paz apenas camina con bastón. Es ermitaño, de una comunidad de la diócesis de Concepción. «Estoy feliz porque monseñor José María Rossi nos levantó la clausura para poder venir a la beatificación del Cura Brochero. Mi único problema era que no tenía dinero para venir, pero la Providencia hizo que la esposa de mi cardiólogo, al enterarse de esto, me ofreciera traerme ella misma en su auto, por eso estoy aquí. Seguramente Brochero, que no se cansaba de visitar y de estar con el pueblo, nos quería tener a todos los curitas, sus hermanos, cerca de él en este momento de tanta justicia y felicidad para los argentinos», confiesa.

En Villa Brochero, la misa terminó después del mediodía (comenzó a las 10 en punto) pero la fiesta continúa todo el fin de semana. Con frío, con alegría y con ponchos como vestimenta privilegiada de chicos y grandes.

Muchos tucumanos en la ceremonia.- Un gran numero de tucumanos viajaron a la beatificación del Cura Brochero. No solo estaba el Seminario Mayor casi a pleno, comenzando por su rector, el padre Amadeo Tonello, sino también la comunidad de las Esclavas del Corazón de Jesús. Varios colectivos con unas 300 alumnas llegaron a la villa. «Ocurre que a nuestra Madre Catalina la trae justamente el padre Brochero para que se hagan cargo de un colegio de niñas; ese colegio fue el nuestro, que se instaló en Córdoba y de allí se difundió para todo el país», explican entusiasmadas las docentes María Rosa Barbera y Adriana Agüera. «En nuestro colegio se realizan los ejercicios espirituales ignacianos que promovía el padre Brochero. Son de tres y de siete días y se realizan en la Casa de Belén», contaron las docentes. «El Cura Brochero visitó Tucumán cuando fue a buscar a los obreros que trabajaban en la caña para traerlos a esta villa para hacer los ejercicios espirituales», añadieron.

Palabras de Francisco.- La carta apostólica del Papa Francisco fue el momento más esperado de la celebración. En ella el cardenal Angel Amato expresa la decisión del Santo Padre de que el Cura Brochero sea considerado beato por la Iglesia. También señala que el día de su fiesta será todos los 16 de marzo de cada mes. La ceremonia fue muy emotiva. Desde el altar describieron a Brochero como «un pastor con olor a oveja». Estuvieron presentes el gobernador cordobés, José Manuel de la Sota; y el jefe de Gobierno la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, entre otras autoridades. Se calcula que hubo más de 100.000 personas. Muchos jóvenes madrugaron en Villa Cura Brochero, esta pequeña localidad de poco más de 7.000 habitantes (foto).

Enfermeras felices.- Las hermanas enfermeras Alicia, Nancy, Norma y Graciela, todas hijas de San Camilo, llegaron a la celebración con sus hábitos y sus delantales con la cruz roja. «Estamos felices de participar en la fiesta», dijeron.

Visitaba a su familia y vecinos.- Mary Battistini de Córdoba, capital, recuerda que su abuela le contó que de chica su madre tomaba mate con el padre Brochero. «Tenemos fotos en casa que así lo atestiguan», dice orgullosa. «Mi abuela, Manuela Ferreyra, vivía en Santa Rosa, los pagos del cura Brochero, y cuando él visitaba a su familia, iba también a visitar a los vecinos», cuenta.

Comentar 2

EL BEATO BROCHERO UN PASTOR CON OLOR A OVEJA

lomo de una mula, con un sombrero y un poncho, José Gabriel Brochero, el «cura gaucho», es un modelo para sus vecinos de las sierras de Córdoba, proclaman una y otra vez el milagro que hoy lo convirtió en el primer beato argentino del papado de Francisco.

Nacido en la villa cordobesa de Santa Rosa, en 1840, José Gabriel del Rosario Brochero, desarrolló toda su actividad pastoral en las sierras de Córdoba hasta su muerte, en 1914, en Villa del Tránsito, víctima de la lepra.

Se ordenó sacerdote con 26 años en Córdoba, a unos 700 kilómetros de Buenos Aires, y de inmediato se volcó en la atención a los enfermos de cólera hasta que, en 1869, se hizo cargo del curato de la región de Traslasierra, donde desarrolló una intensa labor pastoral ocupándose de comunidades empobrecidas y olvidadas.

Tras su muerte, creció aún más su popularidad en las serranías cordobesas y el pueblo donde vivía, Villa del Tránsito, adoptó el nombre de Villa Cura Brochero en homenaje al hombre que ayudó a su desarrolló, abrió caminos y logró que tuviera hasta un acueducto para contar con agua corriente.

A finales de la década de los 60 se inició el proceso de canonización por su trabajo pastoral, pero no fue sino hasta 2004, bajo el papado de Juan Pablo II, cuando la causa cobró impulso y se activó el procedimiento.

Además de por su intenso trabajo pastoral, Brochero pasó a la categoría de beato por un hecho mucho más reciente aprobado por el Vaticano el pasado diciembre: su supuesta intercesión en la curación de Nicolás Flores, que sufrió un grave accidente de auto en el año 2000, cuando sólo tenía once meses, quedó en estado vegetativo y, según los médicos, sin esperanzas de recuperación.

Se ordenó sacerdote con 26 años en Córdoba y de inmediato se volcó en la atención a los enfermos de cólera. Foto: EFE

Sin embargo, sobrevivió, a los cinco años comenzó a hablar y a moverse y hoy, con 13 años, «está fantástico, es un niño prácticamente normal, sólo tiene una hemiplejia en el lado derecho del cuerpo, pero camina, habla, va al colegio, juega, es feliz», explica su madre, Sandra Violino.

Para la familia de Nicolás, y para la propia Iglesia, la clave de la recuperación del niño no es otra que la fe en Brochero, a quien el padre del pequeño se encomendó cuando su hijo estaba al borde de la muerte.

En mayo del pasado año, una junta médica declaró que la recuperación del niño carecía de explicación científica y, en diciembre, Benedicto XVI firmó el decreto de beatificación que validaba el milagro de Brochero, el octavo beato argentino. Desde que se anunció la beatificación, la Villa Cura Brochero se ha convertido en un centro de peregrinación de fieles para visitar su tumba, la Casa de Ejercicios Espirituales que edificó y su vivienda.

Transformar con la mirada

«Brochero transformó la villa interiormente, con una mirada para descubrir las riquezas de cada persona, esa mirada con la que Dios nos mira», opinó el padre Jorge Frigerio, director del Centro de Estudios Brocherianos.

En 1869 Brochero se hizo cargo del curato de la región de Traslasierra. Foto: EFE

«Él vio como Dios nos ve y se lanzó en esa aventura y así transformó a las personas. Brochero es un constructor de entramado social», agregó. Tal vez, ese fue el mayor milagro de José Gabriel Brochero, un cura con «olor a oveja», como alguna vez se refirió a él Jorge Bergoglio, hoy el papa Francisco.

Ahora, la iglesia de Córdoba sigue con atención la evolución de otro niño, de dos años, oriundo de la provincia, que fue dado por muerto tras permanecer sumergido varios minutos en una pileta de natación que su padre cuidaba en la localidad de Mina Clavero.

Fiel a su compromiso con el pueblo, Brochero promovió, además de sus intervenciones, una casa de retiros por la que pasaron más de 70.000 fieles que realizaron ejercicios espirituales ignacianos, en la ciudad que hoy lleva su nombre.